miércoles, 15 de julio de 2009

Eso de la rutina…




Uno escucha que la gente se aburre en un trabajo, se satura de unas funciones monótonas todos los días, tareas que otra persona como una secretaria tal vez podría realizar (no porque esté relegando el trabajo de una secretaria, sino porque no estudie para ser eso). Que cada día se parece más al anterior y mañana va a ser el doble de aburrido, esa molestia resulta inevitable. Puede ser apocalíptico, una profecía anunciada, donde cada vez se siente un fastidio progresivo hacía lo que haces, hacia la rutina, incluso hacía lo que te genera capital en otras palabras. Sin embargo, la parte buena es precisamente eso, que cuando uno trabaja tiene ingresos, y yo que soy una silenciosa mantenida, arrimada independiente es mucho mejor, todo se va para el bolsillo y estoy ahorrando para un viaje. Al menos tengo una meta por el momento __entonces yo misma me pongo unos límites, por ejemplo: sí este mes me entra 650 me gasto solo 150 en los antojos que cualquier mujer tiene, que vi unos zapatos fucsia, quiero un bolso verde manzana, quiero comer sushi esta noche, necesito esto y lo otro, etc. Claro que lo del viaje es un proyecto a corto plazo, es como un premio personal, un deseo auto concedido , surgen las locuciones más traquis y pretéritas. Igual eso vendría siendo otro fragmento para dedicarle más de una cuartilla en el papel. Respecto al tema, los antojos solo son un gasto mensual innecesario que complace y calma la ansiedad de alguna forma temporal. Luego dejo los 500 intocables para ir sumando a la caja fuerte, otro pato dirá que: pues eso que me gano es muy poquito, no es nada, pero para empezar esta al pelo, sin olvidar mi condición de hija, después de todo es mi primer trabajo serio, donde me toca disfrazarme y ser la más diplomática, la que nunca conocí en medio de toda esa simpleza despreocupada. Al menos tengo una práctica laboral respetable donde reconocen todo lo que hago, de vez en cuando me explotan y abusan de mi noble conocimiento, pero voy por buen camino, la cosa pinta bien, normal nada extraordinario, de hecho tengo muchas ventajas en esta experiencia, es solo que siempre persiste ese apetito de ambición, progreso y status. En el fondo lo que nos motiva a todos es el billete, no hay discusión ni debate jurídico que contradiga esa teoría. Sí, hay gente que salva vidas, que tiene una profesión muy conmovedora, hermosa pero en nomina cada mes se firma un cheque encaminado al consumo de lujos y acumulación de bienes, nada es fortuito, siempre hay una fuerza que nos determina, todo es con interés por eso no se le puede comer cuento a todo el mundo y es que uno trabajo por algo, por uno mismo. Pero también nadie tiene ningún compromiso con la humanidad, cada quien decide si quiere aportar a la pobreza, no es una obligación universal colaborarle a desheredado que pide mientras le muestra a la gente sus anormalidades mentales o deficiencias físicas, es de libre albedrio compartir un poco de la ganancia. Y a pesar de todo, en varias ocasiones se me han aguado los ojos con los viejitos y los niños en los semáforos. Por eso, la suerte tiene mucha prevalencia en una situación así, porque hay gente muy de malas, muy salada en esta vida. Ojalá yo no lleve del bulto como muchos, los conocidos, algunos relativos y miles de extraños allá afuera que tienen hambre mientras yo me como un chorizo de pollo en el ingenio. Tan cagada, lo que son los contrastes. Crueles y graciosos simultáneamente.

No hay comentarios: